viernes, 23 de noviembre de 2012

El alcalde de Málaga ocultó los gastos de un viaje al Vaticano.

El Sr. Francisco de la Torre ha ocultado durante 19 meses la información acerca del viaje que realizó acompañado de su esposa, a la Ciudad del Vaticano en el año 2007 y con motivo de la ceremonia de beatificación de 498 “mártires” de la guerra civil española, los del bando golpista claro está.
De la documentación reiteradamente solicitada y a la que hasta ahora no ha tenido acceso la oposición se desprende que el Ayuntamiento pagó con el dinero de los malagueños 2144,63 euros, distribuidos en un total de tres facturas, por el coste del viaje a Roma entre los días 26 y 28 de octubre de 2007. Las facturas abonadas corresponden a los billetes de avión, a la habitación doble contratada en el Hotel Jolly Leonardo Da Vinci y el transporte en las jornadas.
Parece inconcebible que un alcalde que representa a toda la ciudad se preste a semejante acto sectario pagado por todos los ciudadanos. Y más cuando a los verdaderos mártires aun se les niega un entierro digno.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Por una España federal, republicana y laica

España vive uno de los momentos más difíciles de su reciente democracia: Desempleo, tensión social y falta de crédito. Hablar claro es llamar las cosas por su nombre y el federalismo es el camino. España necesita reformas para volver a tener credibilidad. Un nuevo modelo, España Republicana federal y laica.

 Un renovado marco constitucional que permita compensar y reducir desigualdades. Una reforma financiera para promover transparencia y la creación de una banca pública para canalizar el crédito hacia PYMES y emprendedores, orientadas a un nuevo modelo productivo y sanear las finanzas públicas.
Una reforma fiscal con una mayor coordinación en políticas fiscales, impuestos más justos y la creación de una ley en contra de la evasión a paraísos fiscales y mejorar la recaudación de nuestro país.
En estos últimos 30 años nuestro país ha mejorado su modelo social pero sigue habiendo un problema de ingresos, por lo que se hace imprescindible unos impuestos más justos, para un sostenimiento del Estado del bienestar.
Necesitamos la creación de un estado laico, con la derogación de los acuerdos con el Vaticano, quitar cualquier tipo de privilegio a la religión, y no subvencionar con dinero público. Crear una escuela laica e integradora.
España necesita una nueva hoja de ruta, especificando que queremos ser y a donde queremos ir. Una España federal, laica y republicana, reflejando los sentimientos de las regiones, con un paquete de reformas estructurales: Fiscal, financiera y un nuevo modelo productivo.
La creación de empleo pasa por la reactivación del crédito, impuestos más justos y un estado del bienestar más fuerte. Necesitamos un país sin privilegios religiosos donde impere la igualdad. Salud y Felicidad.

Escrito por: Carlos Rodríguez
Publicado: En el Diario Progresista

El escudo republicano de la ciudad de Málaga


viernes, 16 de noviembre de 2012

El alcalde de Málaga critica a la UMA en Nueva York


El alcalde de Málaga, D. Francisco de la Torre, durante su intervención en la cumbre de IBM en Nueva York, ha manifestado que "una de las principales dificultades en Málaga para el proyecto 'Reto Ciudades más Inteligentes'  fue la falta de la calidad universitaria".
Desde Izquierda Republicana denunciamos esta actitud que se engloba en el intento por parte del PP de desprestigiar todas las instituciones públicas con el fin último de privatizarlas. Recordemos que quiere suscribir un convenio con la ultra-conservadora Universidad Católica de Murcia (UCAM) para que se ubique en las antiguas instalaciones de la cárcel.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Historia de la tricolor: Una bandera del pueblo






Por Margarita Márquez Padorno 

La historia de la bandera tricolor responde a un sentimiento esencialmente popular. Heredada a través de una decisión fugaz en el trienio liberal sobre el espíritu   comunero castellano, la voluntad del pueblo fue la encargada de llevarla a los mástiles oficiales de la II República en un arranque improvisado de diferenciar al nuevo régimen que comenzaba tras las votaciones del 12 de abril en sus símbolos más necesarios.
La unión del rojo, el amarillo y el morado en tres franjas de igual tamaño se hace oficial en el decreto de 27 de abril de 1931 y es refrendada con la elevación a artículo en la Constitución Republicana de 9 de diciembre de ese mismo año. En dicho decreto se aclara la inclusión del color castellano a los tradicionales catalano-aragoneses: "Hoy se pliega la bandera adoptada como nacional a mediados del siglo XIX. De ella se conservan los dos colores y se le añade un tercero que la tradición admite por insignia de una región ilustre, nervio de la nacionalidad, con lo que el emblema de la República, así formado, resume más acertadamente la armonía de una gran España".

Para averiguar los orígenes de esta nueva enseña, hemos de remontarnos a 1820. En ese año el General Riego tras "reproclamar" la constitución de Cádiz en Cabezas de San Juan provoca durante un breve lapso de tiempo - apenas tres años- la apertura liberal del gobierno de Fernando VII. Durante este periodo se funda la Milicia Nacional a la que se le asignan banderas moradas con el escudo de Castilla y León. Poco duró dicha divisa pues ese mismo año es sustituida por otra rojigualda con el lema Constitución en su franja central.

En 1823 el regreso de Fernando VII al Absolutismo acabaría también con la propia Milicia Nacional. En 1843 bajo el reinado de Isabel II se decretó por primera vez, el 13 de octubre, la unificación de la bandera de España. En dicho decreto regulador se permite a los regimientos que antes tuvieran banderas moradas el uso de tres corbatas (corbatas son los cordones que cuelgan de los extremos superiores de las banderas) con los colores rojo, amarillo y morada. Es éste el verdadero antecedente de la actual tricolor.

Tras el destierro de Isabel II, el Gobierno Provisional cambia el escudo monárquico sustituyendo en él a la corona real por la mural y añade las columnas de Hércules. Ambos símbolos los heredará el escudo que adorne la bandera tricolor en la Segunda República. El breve reinado de Amadeo I de Saboya concluyó con la proclamación de la Primera República. La bandera proyectada durante este régimen emulaba los colores revolucionarios de Francia: el rojo, el blanco y el azul. Modificación que no se llevó a cabo por su corta duración y, con la restauración Canovista, la bandera recupera sus elementos de 1843.

Es en esta etapa (1875-1930) cuando el Partido Federal adopta los colores de la Milicia Nacional de 1820 como símbolo de la facción antidinástica y rechazo al sistema establecido. Comienza a verse la bandera tricolor en casinos, periódicos y centros de adscripción republicana. Y es tal el fuerte vínculo de estos colores con la idea de República, de cambio y de progreso, durante los reinados de Alfonso XII, Alfonso XIII, la regencia de María Cristina y las Dictaduras de Primo de rivera y Berenguer, que, en un arranque de espontaneidad, una vez conocidos los primeros resultados de las votaciones del 12 de abril de 1931, especialmente en Madrid el pueblo se echó a la calle portando insignias, escarapelas y banderas con los tres colores de la República. El decreto y el artículo mencionados al comienzo de este pequeño relato no fueron más que el refrendo oficial a un sentir popular. La bandera, hija del pueblo español ondeó desde abril 1931 en los mástiles oficiales, en el ejército y en nuestras embajadas y consulados por todo el mundo. Para ella se adaptó el escudo que en 1868 eligió el Gobierno Provisional: cuartelado de Castilla, León, Aragón y Navarra con la Granada en punta, timbrado por corona mural y entre las dos columnas de Hércules. Como novedad destaca su menor tamaños -1 m x 1 m -, la misma medida para las tres franjas y los flecos dorados en el contorno de las pertenecientes al ejército.

Poco tiempo ondeó libre esta bandera: días después del 18 de julio de 1936 fue sustituida por otras divisas y apenas sobrevivió ahogada en la contienda. En el bando leal las milicias prefirieron casi siempre banderas rojas o rojinegras adornadas con emblemas partidistas: hoces y martillos, puños cerrados y otros símbolos que arrinconaron también al escudo oficial. A pesar de que gracias a la creación del ejército popular volvió a reglamentarse como única la tricolor, en la práctica, la proliferación de banderas propias por parte de las distintas unidades hizo que no hubiera nunca más una enseña oficial.

El bando rebelde tuvo en sus inicios a la tricolor como bandera, pero a partir de agosto se restablecía la rojigualda anterior a 1931. El no disponer de banderas propias y tener que cubrir improvisadamente de rojo la franja morada (cosida o pintada) dio lugar a curiosas insignias rojigualdas con franjas de la misma anchura y escudo republicano en su centro. En febrero de 1938 se cambió el escudo por el de los "Reyes Católicos" que no era otro que el republicano con la corona real y sobre el pecho del águila negra de San Juan.

Herencia de Castilla, de los seguidores de Riego, del trienio federal y los liberales y, sobre todo, del sentimiento del pueblo español, la bandera tricolor pesa más en los corazones que en la historia. La fidelidad a ella ha sido y es un símbolo de fe y de esperanza hacia un futuro más utópico que real. Sin tiempo para consolidarse como símbolo de un estado, sus colores acogen a un pueblo que se quedó sin patria y sin referencias cuando ahogaron, junto al morado de su tercera franja el progreso, la igualdad y las libertades que representaban.