España: Demolición de arquitectura efímera
Ramón García Hernández
Secretario de Comunicación
Alternativa Republicana
Las exposiciones universales son acontecimientos que han perdido gran
parte de su sentido en los tiempos que vivimos en los que las novedades
de la técnica y la ciencia se extienden por el planeta casi
instantáneamente. Básicamente se han convertido en una especie de
parques de atracciones tecnológicos para la promoción turística de
alguna ciudad en las que se instalan esos pabellones tan futuristas por
los que durante unos meses se pasea el personal tanto aborigen como
forastero para gran regocijo de los promotores del evento que se
embolsan sustanciosas ganancias que salen básicamente del dinero
público.
Pero las construcciones vistosas con diseños posmodernos de las EXPO
no están hechas para durar. No son ni pirámides de Egipto, ni ingeniería
romana, ni catedrales medievales. En pocos años el abandono y el clima
consiguen que solo queden descampados, solares, herrumbre, plásticos
desperdigados, estructuras desmoronadas… Lo que parecía tan real era
cartón piedra.
No deja de ser significativo que en España haya sido la sede de dos
Exposiciones universales en los últimos tiempos pese a ser eventos
carentes de un sentido lógico. Pero todo tiene su explicación.
Esta historia comienza hace 38 años cuando un general asesino y
genocida llamado Franco termina con sus huesos bajo el granito de
Cuelgamuros. A los dos días el heredero del general y de la nefasta
dinastía de los Borbones es coronado, aclamado por las cortes
franquistas, jura lealtad (si, “lealtad”) a los principios del glorioso
Movimiento y los españoles entramos en la Expo denominada “Transición
Española”.
Los organizadores de la anterior expo “Dictadura” buscan nuevos
socios para hacer algo más presentable que aquello del general bajito,
los yugos y las flechas para contentar al público europeo y
norteamericano que deseaba alguna novedad. Al reclamo acuden muchos de
los excluidos en el anterior evento que abrazan la bandera de la
“gallina” con fervor y dejan por el camino aquellas desteñidas
tricolores con ese morado pasado de moda mientras olvidaban que en aquel
solar estaban enterrados miles de luchadores por la democracia, pero
aquello era reabrir heridas. Todos felices y contentos se apresuran
visitar el pabellón Monarquía siendo recibidos por el coronado Juan
Carlos, cual héroe mitológico que todo lo concede a su pueblo desde su
natural campechanía.
En 1978 se dota a todo el circo de un guión llamado Constitución,
pieza literaria que obtiene éxito inmediato aunque se deja claro que
aquello se mira pero no se toca y que las exigencias del guión pueden
cambiar en cualquier momento. En 1981 se estrena una opereta llamada 23F
para revitalizar el carisma del Borbón que desde entonces puede
dedicarse a labores más satisfactorias para su disfrute personal y
familiar.
Los pabellones Comunidades Autónomas reciben división de opiniones ya
que su aire de pastiche no termina de convencer pero todo regado de
dinerito fresco parece engrasar el mecanismo y aquí paz y después
gloria.
El modesto pabellón Estado del bienestar y su gemelo Derechos
sociales eran ampliados de vez en cuando pero sin poner mucho empeño en
que permanezcan. En el pabellón educación se han instalado unos señores
con sotana que cada vez ocupan más sitio. Y en el de sanidad las camas y
el personal no terminan de dar abasto con tanto público que demanda su
atención. En el caso de la Dependencia es un simple hinchable que se
puede desinflar con facilidad. Así sucede con Medio Ambiente, Igualdad
de Género, Investigación y Desarrollo y otros muchos.
Aquellos aclamados pabellones de los Derechos Fundamentales y
Libertades Públicas en los primeros tiempos van perdiendo el favor del
público por que los organizadores prefieren que la gente acuda a fútbol,
programas del corazón, botellón, festejos…Y para allí que se va la
mayoría.
¿Y la Democracia? Era lo más deseado, qué colas se formaban cada
cuatro años para poder elegir entre los partidos turnantes, las urnas,
las encuestas, la “fiesta de la Democracia”. Pero la gente se ha ido
aburriendo. Con la ley electoral ya no hay emoción.
Pero…como decíamos la arquitectura efímera es eso, efímera. No está
pensada para durar. Se deteriora con facilidad y es desmontable. Los
organizadores de esta expo piensan que su negocio no produce lo
suficiente y que hay que cambiar el tamaño y la disposición de los
pabellones subiendo los precios de acceso. Los pabellones Sanidad
Pública y Pensiones Públicas están siendo demolidos a toda prisa
mientras al fondo relucen otros llamados sanidad privada y fondos de
pensiones cuya entrada cuesta una barbaridad. Casi nadie puede entrar
allí. De los pabellones derecho al trabajo y derecho a la vivienda no
deja de salir gente que no sabe a donde ir. El sistema financiero tan
vistoso es un garito de apuestas poco recomendable donde muchos han sido
desplumados por señores con corbatas rojas.
La otrora simpática monarquía (¡guapos!) que no daba ningún escándalo
(no como esos ingleses) y era tan austera (la más barata de Europa) se
hunde en el desprestigio de Corinas, elefantes, yernos y demas animales
de compañía con un tufo a corrupción que tira para atrás. Desde el
pabellón justicia (también decrépito) tratan de echar ambientador pero
sin mucho éxito.
Y así llegamos a esta semana en la que se aprueba la LOMCE que mutila
la Educación pública (educación para ricos y los demás mano de obra
baratita) y da mayor papel a los de las sotanas, se perfila una
regresión en la libertad de expresión y el derecho de reunión a través
de la Ley de “seguridad ciudadana” y ya se nos anuncia la desaparición
del derecho de huelga con una regulación torticera de los servicios
mínimos. La expo se cae a pedazos y los ciudadanos hacen lo que pueden
para ponerse a cubierto y encontrar acomodo entre sus ruinas
preguntándose qué ha pasado.
Pues ha pasado lo que estaba previsto en el guión de los que siempre
han manejado el poder. Lo que parecía una sólida democracia occidental
con su parlamento, su separación poderes, sus derechos sociales y su
Constitución es una mentira desde el principio y por eso es tan fácil
acabar con todo en cuestión de meses. No puede hablarse de una
Constitución si en vez de un poder constituyente lo que hubo fue una
componenda de las elites perpetuada a través de los años. El Partido
Popular gobierna al dictado de los grandes empresarios y financieros
tanto españoles como extranjeros y en contra del pueblo que se supone
que le ha elegido porque así estaba y está planificado. Y la otra
herramienta del sistema llamada PSOE ha hecho y hará lo mismo cuando
tenga oportunidad porque para eso existe. Los españoles han de darse
cuenta de la ficción en la que han vivido y escribir de una vez su
propia historia.
Hemos vivido pensando que la democracia nos la han otorgado unos
hombres providenciales que no son mas que desalmados negociantes que
juegan con las vidas y las ilusiones de los que estamos y de los que
vendrán, no sirve de nada pedirles, gritarles, suplicarles…Una llamada
desde ciertos despachos siempre será más influyente para ellos. Por eso
aunque la protesta social sea necesaria, esta ha de articular un
objetivo político que se conseguirá con mucho esfuerzo pero que ha de
merecer la pena, la auténtica democracia: LA TERCERA REPÚBLICA ESPAÑOLA.
No mas engaños, ni cartón piedra, ni trampantojos. Tenemos que
construir con nuestras propias manos, con nuestro compromiso y esfuerzo
una construcción sólida con buenos cimientos y materiales de calidad,
luminosa y ventilada, que acoja a todos y todas sin cobrar entradas. Nos
costará muchísimo y seguro que habrá errores y puntos de desacuerdo
pero nos lo debemos por nosotros mismos y por los que en 1931 soñaron
con lo mismo y no le dejaron más que plantar unos pocos cimientos pero
muy prometedores. Cuando levantemos la República no deberemos favores,
ni pleitesías, no seremos esclavos ni súbditos, solo ciudadanos y
ciudadanas, nada más y nada menos. Nos lo habremos ganado, nos lo
habremos merecido.
Somos ALTERNATIVA REPUBLICANA y nuestras siglas, ALTER, en latín
significan lo otro, otra cosa. Esa otra cosa que nunca puede ser efímera
sino duradera tiene tres colores: Rojo, amarillo y morado. Trabajamos
con modestia y con honradez por ello y no renunciaremos a alcanzar
nuestro objetivo.
¡Abajo el régimen!
¡VIVA LA REPÚBLICA!
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