lunes, 10 de junio de 2013

La virtud republicana



La virtud en la república es el amor a la igualdad. Esta, ni es una virtud moral ni una virtud cristiana, es la virtud política, y este es el resorte que hace mover el gobierno republicano, como el honor es el resorte que hace mover la monarquía. Se trata, pues, de una virtud que es independiente de cualquier código moral determinado y de una moral específicamente religiosa, en cuanto expresa un valor político en sí mismo, autónomo e imprescindible en la vida democrática, que queda definido expresamente como amor a las leyes.


Es claro que en una monarquía (argumenta Montesquieu) donde aquel que hace ejecutar las leyes se juzga por encima de la ley, se necesita menos virtud que en el gobierno del pueblo, donde el que ejecuta la ley se siente sometido él mismo a ley


No es que no pueda darse la virtud en la monarquía, sino que no es su resorte íntimo y fundamental, su principio, puesto que el monarca soberano da la ley sin tener que someterse a ella, y, por tanto, no la puede sentir como límite moral de su propio poder. El ciudadano, en cambio, se da la ley a la que tiene que estar sujeto, como su propio destino. La ley, en cuanto producto de la voluntad de todos, lo vincula y lo obliga por encima de su interés privado y particular.

Rafael Luna
Secretario General de
Alternativa Republicana

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