El sábado día 11 de Enero estuve en el cementerio
de San Rafael en el acto de inauguración del mausoleo a las víctimas del
genocidio franquista. Salí de allí con una sensación muy desagradable,
una mezcla de asco y hartazgo. Había asistido a una representación
teatral de nuestra sociedad y no me gustó, no me gustó nada. He pensado
si escribir sobre esto o no por aquello de las sensibilidades y de lo
políticamente correcto, pero ¡qué cojones! soy republicano.
En primer lugar, las víctimas, porque los familiares de un asesinado
también son víctimas del asesinato. Dignas, entre tristes y
reconfortadas, pero silenciosas. Habían delegado y serían sus
representantes los que hablaran por todas. Unos representantes que han
tenido contacto con el lado más oscuro de la política y se ve que no
fueron vacunados. Les oímos hablar de fallecidos, cuando se fallece por
un infarto o un accidente, los que reposan allí fueron asesinados. Les
oímos deshacerse en agradecimientos y elogios hacia los representantes
de un régimen que mantiene secuestrada a la República Española por la
que murieron sus familiares. Les oímos conformarse con un poco del
dinero de todos en forma de mausoleo, pero ni una exigencia de condena
al régimen genocida que se continúa en la actual monarquía.
Los políticos de distinto pelaje pero con el mismo fondo, oportunistas de la peor calaña.
Los políticos de distinto pelaje pero con el mismo fondo, oportunistas de la peor calaña.
Por un lado, los del ala izquierda del régimen haciendo gala de su
facilidad para mantener sus palabras y sus obras en compartimentos
estancos. Oyéndoles pudieran pasar por republicanos, incluso de
izquierdas, pero viéndoles en el día a día se les nota que la mierda del
régimen en el que participan les salpica hasta la coronilla.
Por otro, los herederos del franquismo, los que no condenan el
genocidio por aquello de que no se muerde la mano que te da de comer.
Políticos del franquismo reconvertidos en demócratas por obra y gracia
de una transición tan indigna como fraudulenta. Nos dijeron que el marco
de la reconciliación es una constitución tardofranquista "refrendada"
bajo chantaje militar. Nos hablaron de pasar página, pero, eso sí, sin
haberla leído. Son los que creen cumplir inaugurando placas y monumentos
al tiempo que mantienen calles con nombres de asesinos franquistas y
entregan al más insultante de los abandonos la placa a las víctimas de
La Desbandá en el Peñón del Cuervo.
Pero también hubo gente decente, gente a la que no le resultó
suficiente con dar la espalda a tanto carroñero, gente que tuvo que
contestar a tanta ignominia y que salió de allí con un nudo en el
estómago y con la sensación de haber estado demasiado comedidos. Porque
lo correcto no es el silencio, lo correcto no es la pusilanimidad, lo
correcto no es la docilidad. El homenaje correcto a quienes dieron su
vida por la libertad y la democracia de todas y todos no es inaugurarles
cosas, es acabar lo que ellos no pudieron.
Salud y República.
Ciudadano de la República Española.
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